mayo 26, 2007

De la Mente de Dostoievsky*

“En la familia Karamasov se reflejan ciertos rasgos fundamentales de nuestra sociedad contemporánea, reducida un estado microscópico, del mismo modo que en la gota del agua se refleja todo el sol”.


Escrita en 1880, Los Hermanos Karamazov surge como una de las novelas más completas y trascendentes de Fedor M. Dostoievski, gracias a la cual, el escritor reafirma a través de una excéntrica familia su aportación dentro del género de la novela y fuera de esta; en la sociedad de su tiempo, muy en el hervor de la decadencia Zarista.

La raíz de esta historia es la muerte del cínico Teodoro Karamasov, y su motor de avance, son las disyuntivas sociales y espirituales que nacen entre los hombres al encontrar que el asesino más probable es uno de sus hijos. Sobre esta característica, los principales nutrientes de este libro son de orden filosófico, psicológico y social. Cumpliendo con la base lineal de la novela, Fedor o Fiódor Mikhailovich nos presenta a los personajes en la primera parte de la historia, en donde encontramos a Teodoro Karamasov como una “mezcla absurda de corrupción y vileza” y quien procrea tres hijos en medio de incongruencias vivenciales: Demetrio, de su primer matrimonio y Juan y Alejo Karamasov, de su segunda esposa. Si bien, habría que agregar a Smerdiakov Karamasov en un paréntesis de futuras explicaciones.

Nos encontramos entonces en calidad de vecinos, viendo como crecen las diferencias entre los miembros de una familia de “sensuales”, donde el más grande de los hermanos Karamasov; Demetrio, aflora sus debilidades tras enamorarse de Grushinka y por la cual se ve perdido, mientras que a Juan Karamasov; lo enaltece su amplio criterio que termina por nublarle la razón en un disparo de sentimientos encontrados. A la par, la bondad de Alejo, cimbra sobre la conciencia general para poner sobre espejos lo que hay adentro de cada uno y reflejar lo que Dostoievski trata de decirnos; eso que el lector intentará descubrir.

Ciertamente, Teodoro Karamasov no fomenta el amor hacia él en ninguno de sus roles, se trata de un “Bufón” al que nadie le llevaría flores después de muerto, razón por la que el comportamiento de sus hijos abandonados bien puede ser justificado en un juicio que pretende aclarar su asesinato. Sobre este punto, habrá que llegar al final de la obra y debatir a nuestras propias anchas que entendemos por justicia.

Sí hay algo que recalcar en esta obra literaria, es la participación de un narrador que surge como una especie de “juglar” atemporal que nos va platicando la parábola que aquí se resume, y que sin reparar en detalles propios de un libre orador; salta de una situación a otra de manera frecuente. Rasgo narrativo que elevará para siempre la trascendencia de su autor.

Por lo anterior, los “pendientes” explicativos resultan atractivos dentro de una historia basta en personajes, de los que tendríamos que recordar su procedencia rusa y con ello, la terminación de sus motes. En cuanto a esto, lo más significativo en su traducción al castellano son los cambios hechos a los nombres protagónicos: Alejo por Aliosha, Juan por Iván y Demetrio por Dimitri, algo de lo que no agregaremos comentarios.

Personajes claves son entonces el “starets” Zósimo, Grushinka, Gregorio, Catalina Ivanovna, la señora Jojlakoz y su hija Lisa, Rakitin, Pedro Miusov, Perjotin, el acusador Kirilovitch y el defensor Fetiukovitch, Elias, Nicolas Krasotkin y claro está que Smerdiakov Karamazov, quien finalmente resulta un parámetro que delimita los niveles morales de su padre y hermanos.

Así, sucedida en San Petersburgo, Rusia, la historia sitúa a dichos personajes en un contexto social de posturas ideológicas vulnerables, donde cada cual navega con la bandera de su entendimiento a favor de su propia sobrevivencia, sin embargo, un puente mayor los une en un discurso universal sobre los valores humanos, el papel de la religión o su carencia, los roles sociales y el juicio de los hombres sobre otros hombres bajo las leyes de un tribunal.

En esta sintaxis de elementos, los hermanos Karamasov agrandan los defectos y las virtudes de cualquiera de nosotros para aleccionar desde la psique, desde nuestra naturaleza y su abanico de posibilidades hacia la bondad o la maldad, o lo que cabría en medio. Definidamente, Demetrio es el perfil visceral, Juan la mente y Alejo el espíritu de los hombres, mientras que Smerdiakov corre sobre estos tres elementos de lo humano en un proceso meramente personal; ¿No es acaso la conciencia nuestro peor enemigo?. Contradictoriamente, pese a encontrar el factor destino en la vida de los involucrados, el final es un paréntesis abierto para muchos de ellos.

Definitivamente, la novela asoma constantemente un estilo provisto de las mejores cualidades; una intacta elocuencia, diálogos profundos en perfiles psicológicos y muy bien definidos y que son respetados hasta el final, un problema central que justifica el antes y después, y un discurso humanista que plantea la lucha del bien, el mal y los alcances de esta dualidad.

Algunos críticos sustentan el contenido de esta obra en la experiencia que su autor tuvo cuando fue sometido a trabajos forzados en Siberia y conoce a dos hermanos inculpados por la muerte de su padre, sin embargo, las características narrativas y el discurso universal presto en cada hoja del libro, lo defienden por sí mismas.

Así también, para Sigmund Freud y seguidores, el núcleo de la novela que aquí se presenta esta íntimamente relacionado con el sentimiento de culpabilidad que Dostoievski llegó a experimentar a la muerte de su propio padre, y que no es difícil encontrar añadido en la psicología del personaje de Juan Karamasov. Ahora bien, si el ámbito de la escritura es muy dado a la adhesión, todo aquí está justificado.

Habrá que decir además que los conflictos personales que Dostoievski enfrentó a lo largo de su vida y el contexto social en el que se desenvolvió, resultaban desafortunados para el quehacer creativo, sin embargo, la elocuencia de sus letras y la magia de su estilo, lograron imponerlo en vida hasta nuestros días; como uno de los más grandes escritores de todos los tiempos.

Y es que al “Shakespeare Ruso”, tras haber escrito 14 libros y otras publicaciones, se le atribuye el haber inspirado las bases de un existencialismo acrecido muchos años después a través de la pluma de Jean Paul Sastre, así también, escritores como Herman Hesse y Ernest Hemingway, han reconocido la influencia que Dostoievski tuvo sobre sus obras.

Asímismo, críticos encuentran en Marcel Proust, William Faulkner, Albert Camus, Franz Kafka y Yukio Mishima el reflejo del mismo, y lo elevan al nivel de Dante Alighieri, William Shakespeare y Víctor Hugo, en cuanto a la influencia de su estilo sobre la literatura del siglo XX y XXI.


m.f

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