El Papá ideal, en un mundo ideal que no existe
Hay una lista de ejemplos de por qué asumo que nuestros padres de familia y los padres de familia del futuro deberían reconsiderar su papel en la sociedad, tal como muchas mujeres en otras décadas, lucharon por ser revaloradas con todas sus consecuencias culturales.
La desacreditación de sus funciones dentro del hogar es solo el principio, a la lista se suma la cantidad de ejemplos que hicieron posible (y lo siguen haciendo) que se desplomara de la cúspide de los roles sociales que se impuso sobre las mujeres a lo largo de la historia. Como sacerdote (superior a una monja) falló a la religión y a sus seguidores, igual lo hizo como gobernante, como empresario y como figura pública; el hombre confundió su condición con “superioridad” mitificando su “hombría” como si fuera lo único valioso de sí mismo.
Estos indicadores son hasta previsibles, siempre que pensemos en las mujeres que somos hoy vendrá por añadidura el hombre de nuestros últimos días, el necesariamente independizado tras la liberación femenina, un proceso de reconocimiento, de re-educación para todos pero que sacude más duramente a ellos hasta pensarlos innecesarios, último de los argumentos feministas (1).
Los hombres de hoy ya no tienen pretextos para negar su sustitución en todas las áreas sociales, incluso alardean (porque alardear es de humanos, no de hombres) de esta sustitución siendo irresponsables con ellos mismos, contribuyendo al perfil del hombre deprimido con el que finalizaron el siglo XX y abrieron el siglo XXI. Quizá podamos aceptar que hay una resistencia a enfrentar la lucha que supone tendrían que enfrentar para dignificarse.
Omitiendo el discurso religioso, político, de preferencia sexual de siempre, el hombre de hoy requiere ennoblecer su género y es probable que no se haya dado cuenta de esto, de que la misión de dignificarse no debe o debería ser exclusiva de ningún grupo sino de una población, fuente de altas y bajas en la cultura a la que se van sumando las nuevas generaciones en las que habrá hombres disponibles a la ideología de sus antecesores.
Es por la inevitable primera causa social: los niños, por los que el hombre debe empezar a responsabilizarse, a advertir su lugar en las familias que se forman y se formarán, a repensar en la paternidad a partir de su propia experiencia de vida y de la autosuficiencia con la que seguramente su mamá lo sacó adelante con o sin la ayuda de su progenitor, a inquietarse (inspirarse si se quiere) por una nueva imagen, por un héroe plausible para los niños que llevan veinte años tonteando a Homero Simpson y a otros huecos que discurren en las familias más famosas de los media.
Los hombres de hoy, deberían tener el compromiso de hacernos superar la idea de que crían a sus hijos como machos y a sus hijas como sirvientas, incluso; la sociedad debe superar la idea de que las mujeres que son criadas por sus padres (o con varones) terminan siendo “machorras”, la preferencia sexual debe separarse. Un hombre digno educa con sensibilidad sin dejar de ser la figura masculina dentro y fuera de su casa, con o sin hijos, porque la que pide primero ser educada es la sociedad .
Un papá ideal en la televisión mexicana (para la cultura mexicana) lo fue Cesar Costa en Papá Soltero (2), otra versión actual aunque igualmente occidental (para no hablar de países, primeros o terceros mundos) de este personaje seria el papá “cool” de Hanna Montana, pero ambos no importan, se trata de aterrizar la idea de que estos personajes pueden ser superados por hombres reales dispuestos a hacer cultura.
EL perfil del hombre que la mujer de hoy busca, es aquel que no lastima a sus hijos, no los avergüenza y mucho menos los abandona. EL papá ideal en un mundo ideal que no existe, es primero integro y después un proveedor, primero amigo y después juez, primero digno y después papá, esto en cualquier circunstancia, en cualquier país e independientemente de su preferencia y la familia que forme (con quien la forme), seria un padre ideal.
Se entiende que no hay personas perfectas ni circunstancias perfectas, las mujeres de hoy no lo somos y probablemente el hombre jamás lo sea, lo que se observa, es la necesidad de que el hombre termine de superar conceptos y costumbres para avanzar hacia una sociedad equilibrada, que le permita a las nuevas generaciones decidir sobre ella misma sin lastimar a los demás, integrando la familia (incluso no formandola) que quiera, con sus propias elementos y cualidades.
Ahora, si Hanna Montana fuera Karlita Gómez de Veracruz, no cantara ni bailara, pero tuviera un papá que se preocupa por ella, que la escucha, vela por su estabilidad económica, la ayuda a conseguir sus metas, etc., Karlita Gómez sería una joven plena, sin carencias afectivas, incluso seria una joven más madura y ubicada que la cantante.
Lo que la sociedad quiere es que se pongan las pilas, salgan del pasado, rompan moldes y nos hagan difícil el proceso de selección al que los estamos sometiendo.
Notas al pie:
1.-Personalmente descarto el feminismo, lo descarto porque quiero asumir que el machismo es también una postura y que no podemos estar hablando de posturas siempre que queramos defender un estilo de vida necesariamente a superar. Un “macho” no necesita de mi feminismo para extinguirse, ni siquiera requiero tratarlo mal, mi autosuficiencia es capaz de contribuir a que se extinga.
2.- Lamento acudir a este personaje creado por Televisa, pero primero; (aún cuando se trata de los "valores" del mexicano promedio, de otra década y de una cultura que no ha cambiado mucho), necesitaba ejemplificar a un hombre que cría a sus hijos de manera sensible sin olvidarse de sus propia vida y segundo; porque yo (que no tengo cable en casa) descubrí que mi hermana mayor (que vive conmigo) gusta de verlo mientras prepara el desayuno.